lunes, 10 de mayo de 2010

¿Cómo le va a mi dirección y a dónde va?


El Centro de Estudios en Comunicación y Tecnología Educativa, tiene como principal labor impartir las Maestrías en Comunicación y Tecnologías Educativas y en Valores para la Acción Educativa. Además, se imparten diplomados sobre el uso de las tecnologías en la educación. Actualmente se imparte el Diplomado Estrategias Didácticas para el Desarrollo de Competencias Informáticas Básicas como Diplomado cerrado que se imparte exclusivamente al personal de Servicios Educativos Integrados al Estado de México (SEIEM). Los servicios educativos se prestan a cambio de una cuota, por lo general simbólica, que ha sido pensada en función del personal docente del país, cuya característica es los escasos recursos que reciben como remuneración por su trabajo.

¿Cómo le va al CECTE? Es una pregunta difícil de responder, ya que se puede contestar desde diversos ángulos. Si tratamos de expresar el nivel de éxito que ha alcanzado, definitivamente vamos en picada. Baste con señalar que hace escasos cuatro años, el número de estudiantes que se atendían en las maestrías era mucho mayor. Había necesidad de contratar hasta diez tutores para atender a 300 alumnos en el Módulo Propedéutico. Al inicio del período actual, sólo se inscribieron menos de 50 alumnos.

Si dirigimos la mirada a las tasas de recepción de alumnos, éstas son mínimas. No existe un sistema que realmente ayude a los alumnos a elaborar su trabajo de tesis e incluso se ha caído en círculos verdaderamente viciosos, como sucedió en la época del Dr. Bird, donde sólo se atendía a los alumnos durante la primer etapa, cuya finalidad era que los alumnos definieran su tema de tesis y esbozaran un temario de la misma. Una vez alcanzado este objetivo a los alumnos, se les abandonaba para volver a reclutar alumnos que volvieran a pasar por la primera etapa. Estas acciones hicieron que las ganancias del Dr, Bird y su grupos de asesores le costaran al CECTE cerca del millón y medio y en contraposición sus resultados fueron nulos. De este hecho se le informó al entonces director del CECTE, sin que el estudio realizado tuviera algún efecto.

Otro aspecto que se puede analizar es el inexplicable e inservible sistema de cobro. En la actualidad, a pesar de que los ingresos no corresponden al número de alumnos que se encuentran inscritos, no hay forma de saber quién nos debe, ni cuánto nos debe. Esto es así debido al sistema de cobro, deliberadamente mal diseñado, ya que aún cuando se demostró que la eficiencia del sistema de cobro se podía elevar, se ordenó el encriptamiento del nombre del alumno que efectuaba su pago, para que se llegara hasta este punto en el que desconocemos la magnitud del adeudo. Incluso ha habido alumnos que han cursado todo el programa de maestría sin haber pagado un quinto por los servicios recibidos. Se han realizado estudios en los que se demuestra que los alumnos del Módulo Propedéutico inician su maestría cubriendo regularmente sus cuotas, sin embargo, para cuando se incorporan al siguiente Módulo, han detectado la ineficiencia del sistema de cobro, y empiezan a mostrar comportamientos moratorios. Con la finalidad de que el adeudo disminuya a su mínima expresión, se ocupa el tiempo y dedicación de hasta tres personas para desembrollar el encriptamiento ordenado por administraciones pasadas, en lugar de diseñar un sistema eficiente. Estas acciones, además de que no resuelven el problema, vuelven a elevar los costos de funcionamiento del CECTE, ya que se invierte dinero bueno en el malo.

Si analizamos el proceder del CECTE desde el punto de vista académico, se puede ver que quienes diseñan el currículo desconocen o no aplican los descubrimientos de la teoría de educación de adultos, a quienes tratan como escolapios de bachillerato o preparatoria. Además, se utiliza tecnología vieja y cara, lo que provoca que se incrementen nuestros costos y baje la calidad, sobre todo teniendo en cuenta el comportamiento del mercado, es decir cómo se está llevando al cabo la educación a distancia en otras instituciones de educación superior, quienes en última instancia son la competencia a la que nos enfrentamos cotidianamente.

Se ha desvirtuado la labor del Coordinador Académico, cuya labor consistía en conocer los resultados de la producción de su programa, con la finalidad de orientar a los alumnos hacia el objetivo que perseguía desde que diseñó el Módulo. En la actualidad, sin ningún sistema de selección, se ubica en ese puesto a cualquier persona, y se ha llegado incluso a nombrar como coordinador académico a personas que desconocen la temática que se pretende enseñar.

Considero que aún cuando es crítica la situación del CECTE, existen posibilidades de retomar el rumbo correcto y dirigirlo hacia buen puerto. Claro ello requiere verdadero compromiso y deseos de mejorar el sistema educativo nacional y las funciones que se desarrollan en el CECTE.

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